Los nahuas de la región realizan un ceremonial y fiesta de boda únicos. La boda conjuga, por una parte, costumbres ancestrales que al paso del tiempo han integrado todo un ritual, transmitido de generación en generación, y por otra, la música y la danza de la ocasión.
En el ceremonial se conservan actos cargados de simbolismo, tales como sahumar a los novios “para que los vientos los reciban bien”, regar aguardiente en la tierra, a fin de que ésta deje a la pareja vivir por muchos años, o poner flores a los novios, invitados, músicos e incluso a los instrumentos musicales, en señal de conmemoración.
Se hace presente también, la práctica de que el más viejo de la comunidad, el “huehuetlácatl”, sea el casamentero. Este personaje, como máximo depositario de la tradición, maneja una serie de símbolos; así, hace entrega de un calabazo, una mazorca de maíz y una botella de aguardiente al novio en muestra de propiciación de abundancia para el nuevo hogar e indicando que es el hombre quien ha de procurar el alimento a la mujer.
De la misma manera, la manipulación mágica de los elementos naturales aflora; el agua se emplea tanto para lavamientos de manos y purificación, como concebida cual fuente de protección, ya que se le invoca en el pozo para que proteja a los desposados.
La música que acompaña el ceremonial y fiesta es de sones tocados con violín y guitarra huapanguera. La melodía que generalmente se toca en esta fiesta se denomina "Xochipitzahuatl" o "flor menudita".
Algunos de estos sones también se bailan; su ejecución es realizada dentro de la más pura tradición, tanto en coreografías como en pasos.
El vestuario de toda la comunidad es por igual celosamente conservado, en su diseño general, en su forma de elaboración y en los materiales usados.
En el ceremonial se conservan actos cargados de simbolismo, tales como sahumar a los novios “para que los vientos los reciban bien”, regar aguardiente en la tierra, a fin de que ésta deje a la pareja vivir por muchos años, o poner flores a los novios, invitados, músicos e incluso a los instrumentos musicales, en señal de conmemoración.
Se hace presente también, la práctica de que el más viejo de la comunidad, el “huehuetlácatl”, sea el casamentero. Este personaje, como máximo depositario de la tradición, maneja una serie de símbolos; así, hace entrega de un calabazo, una mazorca de maíz y una botella de aguardiente al novio en muestra de propiciación de abundancia para el nuevo hogar e indicando que es el hombre quien ha de procurar el alimento a la mujer.
De la misma manera, la manipulación mágica de los elementos naturales aflora; el agua se emplea tanto para lavamientos de manos y purificación, como concebida cual fuente de protección, ya que se le invoca en el pozo para que proteja a los desposados.
La música que acompaña el ceremonial y fiesta es de sones tocados con violín y guitarra huapanguera. La melodía que generalmente se toca en esta fiesta se denomina "Xochipitzahuatl" o "flor menudita".
Algunos de estos sones también se bailan; su ejecución es realizada dentro de la más pura tradición, tanto en coreografías como en pasos.
El vestuario de toda la comunidad es por igual celosamente conservado, en su diseño general, en su forma de elaboración y en los materiales usados.
orgullosamente nahua, por nuestra lengua y tradición, siendo la verdadera raíz de México, compartiré la representación con mis alumnos del quinto grado de la escuela promaria rural "Tratados de la Martinica" El Pintor, Chalma, Veracruz.
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